La cinta de competición de hoy, El Otro, del argentino Ariel Rotter es una agradable sonata existencial que sigue el viaje interior de un hombre, interpretado por el carismático Julio Chávez. La película, coproducida con Francia y Alemania, fue aplaudida al finalizar su proyección ante la prensa y podría convertirse en un éxito del festival de este año. Juan Desouza es un abogado de 40 y muchos años, felizmente casado, y un futuro padre. Sin embargo, la visión del cuerpo cada vez más deteriorado de su padre y su dificultad para valerse por sí mismo hace que su mente esté siempre en otra cosa. Durante un viaje de negocios, se da cuenta de que el hombre que está sentado a su lado en el autobús no está dormido, sino muerto. Este dramático suceso le va afectando poco a poco hasta llegar a alcanzar su corazón y su alma. Decide asumir la identidad del pasajero y quedare en el pueblo de campo donde éste vivía. Se embarca entonces en un viaje interior, despegándose de su vida real, redescubriendo sus instintos más simples. Vuelve a casa, más fuerte espiritualmente tras esta experiencia. "Esta película va sobre un hombre que intenta entender su ciclo vital", dijo Rotter durante la conferencia de prensa. "La película coloca al personaje fuera de su propia vida y el universo que encuentra se ve sólo a través de sus ojos, de su manera de sentir". La cinta explora sutilmente el temor a la muerte, así como el mundo palpable pero aún invisible que merodea bajo la superficie. Se necesitan pocas palabras. Sentimos con Juan y nos identificamos fácilmente con él. Las escenas en las que lo vemos cuidar de su padre, convirtiéndose en el padre de su propio padre, son especialmente conmovedoras. Chávez, a quien vimos el año pasado en la competición oficial berlinesa en El Custodio, es impecable, capaz de expresar tanto la fuerza como la vulnerabilidad. Rotter está de vuelta también en la Berlinale cinco años después de su aclamada ópera prima, Sólo por hoy. La película fue producida por Airecine y Aquafilms (Argentina), en coproducción con Selavy Filmproduktion (Alemania) y Celluloid Dreams (Francia), encargados también de las ventas internacionales. Contó con el apoyo de los fondos cinematográfico Hubert Bals, World Cinema y Sud Cinema, además de Visions Sud Est y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina (INCAA).