Desde la puesta de largo reciente de la inteligencia artificial gracias a la popularización de herramientas como Midjourney o el célebre Chat-GPT, el debate en torno a ella ha estado marcado por los miedos y las incertidumbres. Ahora, después del evidente vacío legal que se ha creado en el sector de las artes gráficas, el centro de atención se ha posado en el mundo de la escritura de guiones después de la sorprendente propuesta del sindicato de directores estadounidense —o WGA—.
El sonido de lo inevitable
El pasado 22 de marzo, la organización emitió una propuesta de regulación según la cual se permitiría que inteligencias artificiales escribiesen guiones o participasen en su creación siempre y cuando no afectase a la asignación de créditos o a las compensaciones económicas de los escribas. La WGA explicó con mayor detalle su visión en un hilo de tuits recopilado en su cuenta oficial que arranca del siguiente modo:
"La propuesta de la WGA para regular el uso de material producido usando inteligencia artificial o tecnologías similares se asegura de que las compañías no puedan usar IA para socavar los estándares de trabajo de los guionistas, incluyendo compensaciones, residuales, derechos y créditos".
La visión del sindicato pasa por catalogar la inteligencia artificial como una herramienta y no como un escritor, lo cual impediría que los desarrolladores del software entrasen en la lucha por los créditos de escritura de un largometraje o un episodio de una serie de televisión, del mismo modo que Microsoft, por ejemplo, no figura entre los autores de una novela tecleada en Word.
La clave del asunto radica en un hecho concreto: que no se considere el material generado por una IA como "material literario" —lo que produce un guionista, ya sean historias, tratamientos, guiones o diálogos— o "material de origen" —el equivalente a novelas, artículos de revistas u obras de teatro adaptadas al medio cinematográfico o televisivo—. De hecho, según la WGA, "La IA no crea nada, genera una regurgitación de lo que ha ingerido previamente".
Si la creación del software no se etiqueta de ninguna de estas formas, este no puede ser acreditado como escritor del proyecto, y el guionista obtendría el 100% del crédito de "escrito por" al adaptar una historia corta o una premisa creada por la inteligencia artificial; algo esencial, ya que el "written by" asegura el cobro del 75% de los residuales totales de un proyecto.
Si habéis escuchado alguna vez el podcast 'Scriptnotes' de Craig Mazin y John August —que, como siempre, os recomiendo—, sabréis que el mundo de los créditos, los sindicatos y las compensaciones económicas en la industria estadounidense es un auténtico laberinto casi incomprensible para el común de los mortales, y esto sólo lo complica todo aún más. No obstante, aún no está todo decidido.
Se espera que la WGA continúe negociando durante las próximas dos semanas los nuevos términos, y aún está por ver si la AMPTP, organización que representa a los estudios, está de acuerdo o no con la propuesta. Sea como fuere, tenemos por delante unos meses —y unos años— especialmente convulsos que prometen cambiar radicalmente el status quo laboral y creativo actual.