Aunque el Festival de Roma desea rivalizar con Venecia en la captación de estrellas (ya han pasado desde la apertura del jueves figuras como Cate Blanchett, Geoffrey Rush, Willem Dafoe, Monica Bellucci, Jonathan Rhys Meyers o Sofía Loren), ha sido sin duda el estreno mundial de la primera realización de Francis Ford Coppola en una década, Youth Without Youth, basada en una novela del escritor rumano Mircea Eliade, el más esperado evento de esta segunda edición. Tim Roth y Alexandra Maria Lara protagonizan un film "borgiano" con el que el autor de la trilogía de El padrino se distancia de la industria de Hollywood en lo físico (se rodó en Rumanía), espiritual y comercial. Visualmente hermosa y en ocasiones atrevida, Youth Without Youth, financiada por Rumania, Francia e Italia, es un arriesgado ejercicio de estilo en el que es grato reconocer a un Coppola que se atreve a hincar el diente a un fresco histórico que se prolonga una veintena de años, desde finales de la década de los 30, a través de la peripecia fantástica hasta rozar el disparate de un anciano lingüista que como consecuencia de un rayo que le fulmina en plena calle, rejuvenece 30 años y encuentra una segunda oportunidad de finalizar una obra que dé sentido a su vida. Filosofía, trascendentalidad, religión y reencarnación se mezclan con los manejos de los nazis en una Rumanía cómplice de Hitler y el intento de recuperar un amor trágicamente truncado en su juventud, para conformar un cocktail que a veces se atraganta y amenaza con provocar en el espectador una pesada digestión tras dos horas de metraje. Aunque Youth Without Youth -que tiene según confesó su autor más de Apocalypse Now que de El padrino o Drácula- fue aplaudida en su pase de prensa tras un silencio desconcertado que duró largos segundos, no parece que sea el tipo de film capaz de provocar el entusiasmo de grandes públicos. Coppola quiso empezar su rueda de prensa desmintiendo unas recientes declaraciones en las que criticaba la presunta indolencia de grandes actores como Al Pacino, Robert de Niro y Jack Nicholson, a quienes dijo por contra admirar. Luego insistió en que su nuevo film representa un nuevo cine "personal" con el que busca nuevas ideas, distanciándose de una industria "que sólo apuesta por más de lo mismo, ya sea con secuelas o remakes". En este sentido, dijo ya no sentirse interesado por una secuela de El padrino o "cualquier otra película de gangsters". La Festa Internazionale di Roma, que no ha encontrado en esta tan bella como caótica capital una unánime aceptación -la Fontania di Trevi amaneció el viernes con sus aguas teñidas de rojo como protesta contra el certamen de un grupo autocalificado como "Los futuristas"-, se prolongará hasta el próximo día 27 con centenar y medio de films entre sus diversas secciones. En la competitiva (opacada por la llamada "Première", la que más astros de la pantalla ha convocado), concursan tres films iberoamericanos, Barcelona, un mapa, del catalán Ventura Pons; Caótica Ana, de Julio Medem, y La soledad, del argentino-brasileiro Héctor Babenco.