El actor alemán Ulrich Mühe, conocido mundialmente gracias a su papel de agente de la Stasi en La vida de los otros murió el domingo, a los 54 años, debido a un cáncer. Nacido en Grimma, en la extinta RDA, Mühe estudió arte dramático en Leipzig y luego construyó una exitosa carrera en los palcos. El cine captó su talento en 1989 en Spider's Web, la última película de Bernhard Wicki. Junto a su mujer, Susanne Lothar, lo vimos en Funny Games, de Michael Haneke, que lo dirigió además en Benny's Video y El castillo. En 2002, su interpretación en Amen, de Costa-Gavras, le valió una cierta proyección internacional, pero su carrera alcanzó, sin duda, su punto más álgido en los últimos dos años gracias a su interpretación en la cinta de Florian Henckel von Donnersmarck, que le valió varios premios internacionales, desde Copenhague hasta los European Film Awards. Entre sus últimos trabajos se pueden citar la comedia My Führer – The Truly Truest Truth About Adolf Hitler, de Dani Levy, y Nemesis, de Nicole Mosleh, que protagonizó junto a su mujer, actualmente en postproducción. Para darse a conocer mejor en la prometedora generación de directores, Mühe aceptó el papel en la serie de crímenes de ZDF 'Der letzte Zeuge'. En 2005, recibió un Premio de la Televisión Alemana y un Bavarian Television Award por esta representación. La estrategia valió la pena, puesto que le valió su papel en la ópera prima del cineasta Florian Henckel von Donnersmarck, La vida de los otros (pronto a estrenarse en Venezuela) como el oficial de la Stasi Gerd Wiesler: “Cuando, al principio, leí el guión, era tan extraordinario que estuve encantado con quedar con este joven director”, declaró en su momento Mühe. “La película describe un periodo que conozco muy bien, así que pensé que era realmente bueno que un joven se presentara siendo capaz de capturar ese ambiente en su guión”. Como señaló Mühe, uno necesita probablemente más de 15 años tras el fin de la República Democrática Alemana antes de emprender una película como La vida de los otros. “Por supuesto, Florian tenía la ventaja de no estar anclado ideológicamente en ninguna de las partes. Ha sido capaz de actuar de manera muy libre e imparcial, pero creo que uno sólo necesita un tiempo antes de poder dirigir los asuntos de una manera más inteligente. A menudo, se encontraban víctimas de la Stasi en las proyecciones y comentaban lo encantado que estaban con la película. Nosotros estábamos encantados de no haber insultado o a tacado a nadie en sus biografías”.