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EL NACIONAL / Nerea Dolara / Martes 01 de Enero
Un lugar sin esperanza
Un lugar sin esperanza
Paradise Now se estrena el viernes . La cinta se pone, sin intentos filantrópicos, en los zapatos de los atacantes suicidas.
"Desde el lugar menos esperado llega un llamado a la pàz". Ése es el tagline de Paradise Now, cinta en la que el lugar no es otro que los territorios ocupados palestinos y los portagonistas, dos bombarderos suicidas. La premisa del filme, que ganó el Globo de Oro y el Independent Spirit Award como Mejor Película Extranjera en 2005, es la de ponerse en los zapatos de un atacante suicida que intenta conseguir explicaciones.La cosa no es sencilla. El conflicto árabe-israelí es un tema espinoso y con tantas aristas como años de historia. El director de Paradise Now, película que se estrena el viernes en el país, es un palestino que reside en Tel Aviv. Se llama Hany Abu-Assad y su largometraje no intenta modificar la terrible realidad en la que viven los ciudadanos de ambas naciones. "Las películas no cambian nada. Si lo hicieran, las cosa serían diferentes", dijo en el estreno de la cinta en Los Ángeles.Desde su rodaje, la cinta se consiguió con obstáculos. Abu-Assad quiso trabajar en la locación donde la historia se desarollaba, Nablus. Un proyectil detonó a metros de donde estaban. Seis técnicos alemanes abandonaron el proyecto y la filmación se trasladó a Nazareth.También estaba el tema de que la ciudad estaba ocupada por tropas israelíes, así que el director debió negociar con ellos. Similares gestiones tuvo que hacer ante los grupos armados palestinos de la zona, enfrentados entre sí: unos se oponían al rodaje y otros defendían el derecho a la libertad de pensamiento. El conflicto llegó a tal punto que uno de los productores fue secuestrado y tuvo que intervenir el mismo Yasser Arafat.Cuando la cinta fue postulada a Mejor Película Extranjera para el Oscar se produjo otra controversia. Aunque había sido introducida como candidata por Palestina, la Academia anunció su postulación como representante de la autoridad palestina. Hubo quejas. También las hubo por parte de familiares de fallecidos en ataques suicidas, que presentaron 32.000 firmas para solicitar que fuese retirada de competencia."Como todo cineasta, siempre estoy en búsqueda de historias. En ese momento vi el fenómeno como una historia. Esta distancia (cuando hizo la película no había ocurrido ataques en un largo período) suponía prevenir ser absorbido por lo tópico de la situación, así como por los miedos y emociones asociados a ella, lo que hubiese resultado en un film predecible".El relato también tiene mucho de personal para Abu-Assad. En un punto de chequeo en Gaza, el director tuvo que permanecer de pie, bajo el sol y con las manos contra la pared por órdenes de soldados israelíes. Temió por su vida cada segundo. Ese día entendió por qué hombres como él decidían perder su vida, y con ella llevarse la de inocentes elegidos al azar."Estoy en contra de matar gente y quiero que se detenga. Pero no condeno a los suicidas. Es una reacción muy humana ante una situación extrema", explicó. También uno de los actores, que vive en Israel, tuvo una respuesta: "Entiendo que hay falta de esperanza. Ése es un lugar sin esperanza".Abu-Assad afirma que los judíos tienen tanto derechos como los palestino de vivir en el Medio Oriente, pero pide que las condiciones sean iguales para todos. Y cree que es posible, no ahora, tal vez con el paso del tiempo, pero lo cree. La razón: "Los judíos han sido la conciencia de la humanidad desde siempre. No todos, pero sí una parte. La ética, la moral. Las inventaron. Creo que Hitler quiso matar la conciencia de los judíos, la conciencia de la humanidad. Pero está viva, tal vez algo débil, pero sigue viva. ¡Gracias a Dios!".