Disfraces, escondites y falsos nombres sirven para que unos niños reconstruyan la vida de sus padres, guerrilleros en los años 60 en Venezuela. Como en un juego, los niños hacen de la persecución y clandestinidad una aventura de Super Héroes, mientras esperan que sus padres regresen de la montaña. Pero el juego infantil no logra ocultar las contradicciones y traiciones que se viven dentro de las guerrillas. El miedo siempre está ahí, más aún en los días que llegan las Postales de Leningrado.

Mariana Rondón (Caracas, 1966) estudia en París Cine de Animación. En 1986 ingresa a la primera generación de estudiantes de la EICTV, Cuba. En 1990 crea, junto con otros cineastas de Latinoamérica, la Empresa Multinacional Andina “Sudaca Films”, donde dirige, produce y escribe. Cáscaras (1991) es su primer cortometraje, al cual le sigue Calle 22 (1993); ambos premiados en diversos festivales nacionales e internacionales.

Co-dirige con Marité Ugás su primer largometraje A la media noche y media (1999), cuyo argumento agrupa a una serie de personajes desplegados como en un tablero de juego en donde el azar y la búsqueda incesante del amor, son los elementos decisivos en la narración.

Simultáneamente con el trabajo cinematográfico, Rondón se ha introducido en el mundo de las artes plásticas, creando instalaciones de gran desarrollo tecnológico. La más reciente, Llegaste con la abrisa 1.5, obtuvo el premio Fundación Telefónica, Vida Artificial 8.0, España 2005.

En 2007 presenta su segundo largometraje –si bien el primero en solitario- Postales de Leningrado, una historia sobre el movimiento guerrillero venezolano de los años 60, narrada desde el punto de vista de una niña.

Hay señales que conectan su anterior film con este nuevo relato, y una de ellas es esa especie de juego que la voz en off de la niña relatora parece evocar: “En A la medianoche y media hay un juego que está planteado de otra manera, en esta película va un paso más allá. Aquí es un juego más narrativo. Lo más difícil ha sido cómo construir dramáticamente la historia desde donde ven los niños, cómo darle forma visual a eso, y he usado tecnología de punta no para construir grandes efectos especiales, sino para hacer algo que esté más cercano a la manera de construir de un niño”, ha declarado Rondón.

Así, en el film algunas escenas son presentadas con dibujos que enmarcan o intervienen las figuras de actores u objetos; a veces, la transición de una escena a otra se da a través de los dibujos, o éstos sirven para ilustrar las imaginaciones de la niña que narra…

Pero, sobre todo, se trata en definitiva de una mirada actual hacia una época muy importante en la historia del país. Y a pesar del tema tan controversial, donde además hay escenas de tortura, y se habla de cómo asumen algunos de los personajes una determinada forma de resistencia, Rondón aclara que nunca deseó aleccionar ni denunciar: “Creo que se puede conmover a la gente, pero esa no es mi intención final. Me interesa mucho contar desde un lugar donde de repente no se ha hablado de esto”.

(Declaraciones tomadas de El Universal, 08/07/2007)