DIRECTOR

Carlos Sorín

En el noreste argentino, en una choza precaria, vive Tati Benítez con su familia. Tati ha perdido su trabajo y ayuda a Silva, un viejo escultor para quien busca troncos, ramas y raíces que puedan servirle para hacer sus obras. Al igual que la mayoría de los argentinos, Tati tiene adoración por Diego Armando Maradona. Un día, Tati ha encontrado una gigantesca raíz de timbó (un árbol típico de la zona) con una silueta que él encuentra parecida a Maradona, la cual intentará entregar personalmente al futbolista. 

En el pasado Festival de Cine de San Sebastián Carlos Sorín (Buenos Aires, 1944) recibió el Premio Especial del Jurado por su película El camino de San Diego (2006), que cuenta el viaje que emprende un campesino fanático de Diego Maradona al enterarse de su gravedad en una clínica en Buenos Aires, para entregarle una imagen parecida a su ídolo.

Anteriormente, en 2002, Sorín había obtenido el mismo reconocimiento con su film Historias mínimas (2002), que también ganó el Premio Goya en la categoría de Mejor Película Extranjera de Habla Hispana. Era el inicio de la trilogía de lo que el mismo Sorín llama la de “los invisibles”, seres sencillos, muy sencillos, para el común del cine en general, casi imperceptibles para un mundo donde se da tanta importancia a los héroes y las grandes hazañas. Una trilogía que continuaba con Bombón, el perro (2004) y que cierra El camino de San Diego.

"Hago cine de perdedores porque no tengo ninguna otra opción, porque no conozco ningún ganador en Argentina además de Maradona", comentó el cineasta. "Terminé la trilogía, que es lo que quería hacer en mi vida. Ahora quiero comenzar otra trilogía y cambiar algunas cosas, entre ellas trabajar con actores. Hasta ahora, en estas tres películas he trabajado con no actores, gente que nunca había estado en un escenario, eso tiene ventajas y desventajas, dependiendo de la película que quieras hacer", apuntó.

Continúa el realizador: "Con este tipo de historias sencillas me puse en las antípodas del cine. Mis personajes no son los que suelen frecuentar el cine. Es la Argentina invisible. Son los excluidos del progreso y la modernidad, sin futuro alguno aunque lo busquen. En realidad eso es lo que los mueve, la búsqueda de un futuro donde no es posible tenerlo".

Un estilo peculiar en donde la contemplación del paisaje y de los personajes es lo fundamental: "Es rodar intentando que no se note que estás filmando". Es acercar el cine a esa realidad aparentemente intrascendente y fugaz, que pasa desapercibida para la mayoría de nosotros pero que sin duda toma posteriormente su debida importancia dentro del discurso general del filme: "En las dos primeras rodé en la Patagonia, con los desiertos vacíos como fondo que son casi abstractos. En El camino de San Diego me fui al norte del país, a la frontera con Paraguay y Brasil. Allí todo era selva, más populoso, con un look más latinoamericano".

Premios: 

• Festival de San Sebastián: Premio Especial del Jurado
• Festival de La Habana: Segundo Premio Coral