DIRECTOR

Gina Prince-Bythewood

Una epopeya histórica inspirada en los hechos reales que sucedieron en el Reino de Dahomey, uno de los estados más poderosos de África en los siglos XVIII y XIX. La historia sigue a Nanisca, general de la unidad militar exclusivamente femenina y a Nawi, una recluta ambiciosa. Juntas lucharon contra enemigos que violaron su honor, esclavizaron a su gente y amenazaron con destruir todo por lo que habían vivido.

En La mujer rey (The Woman King, 2022) se representan a las Agojié, un ejército de mujeres que defendió el reino de Dahomey desde finales del siglo XVII hasta finales del XIX. Fueron uno de los primeros ejércitos exclusivamente femeninos de la historia y uno de los batallones más temibles y capaces del mundo. Dahomey era, en ese momento, uno de los reinos más ricos del mundo. La cultura de Dahomey, que enfatizaba a las mujeres, era extremadamente progresista para la época. Las mujeres tenían acceso a todos los niveles de poder: general del ejército, asesoras financieras, líderes religiosas. El rey incluso otorgó el título de Kpojito (“mujer rey”) a una mujer que reinaba a su lado.

Este reino, que existió en África occidental, corresponde al actual Benín. Fue fundado alrededor de 1600, pero la guerra que lo opuso a Francia en 1894 provocó su caída, luego su colonización. La película está ambientada en 1823.

Directora de las películas Love & Basketball (2000), Sabor a miel (The Secret Life of Bees, 2008) o Beyond the Lights (2014), la guionista, productora y realizadora estadounidense Gina Prince-Bythewood (1969) es sin duda mejor conocida por el éxito de la plataforma Netflix The Old Guard (2020), protagonizado por Charlize Theron, centrado en un grupo secreto de mercenarios dotados del don de la inmortalidad.

La historia de las Agojié es casi desconocida para el gran público. El proyecto de La mujer rey nació gracias a la productora Maria Bello (especialmente conocida por el público como actriz) que había descubierto la existencia de las guerreras Agojié mientras viajaba por África Occidental. Envió un libro sobre estas mujeres, escrito en francés, a la productora Cathy Schulman, quien jamás había oído hablar de esta historia. Por su parte, Nicole Brown, presidenta de TriStar, vio de inmediato su potencial como película.

Bello y Schulman le presentaron a Viola Davis el proyecto en un contexto poco probable: durante la ceremonia de entrega de los Premios Mujeres Haciendo Historia en 2015, donde Bello entregó un premio a la actriz. 

Si las Agojié realmente existieron, hay poca documentación sobre ellas y lo poco que se ha producido fue escrito por europeos cuya perspectiva era subjetiva y, a menudo, racista. La guionista Dana Stevens decidió que la mejor manera de sacar a relucir la verdad emocional de la historia de Agojié era usar la ficción: "Fue genial descubrir a estas mujeres que realmente existieron, estos eventos que realmente sucedieron, y luego tener la libertad de imaginar cosas ficticias y personajes para que aflore la emoción de esta historia”.

A los efectos del guion, Dana Stevens y los productores trabajaron en estrecha colaboración con el historiador y economista de Princeton Leonard Wantchekon, originario de Benin. 

La película se desarrolla en un contexto histórico complejo, en un momento en que algunos miembros del Reino de Dahomey querían oponerse a la trata de esclavos, mientras que el éxito económico del territorio dependía durante mucho tiempo de su participación en el comercio triangular. La directora Gina Prince-Bythewood explica: “Nanisca se encuentra en una encrucijada. A medida que crece, sabe que no le queda mucho tiempo para luchar y ve cómo ayudar a Dahomey a retirarse del comercio de esclavos. Porque no basta proclamar que uno no vende a sus propios hijos”.

El rodaje de la película tuvo lugar en Sudáfrica, tanto en el Cabo Oriental como en la provincia de Kwazulu-Natal, justo en el corazón de Ciudad del Cabo. Un sueño para Viola Davis: “Rodar en Sudáfrica fue una de las mayores alegrías de mi vida: me sentí como en casa. Es el hogar donde viven mi esposo, mi hija y, por supuesto, mi madre. Pero también es sentir que pertenezco a una comunidad donde no estoy constantemente corriendo, escondiendo y justificando mi presencia».

(Fuente: www.allocine.fr)