A pesar de haberse quedado sin trabajo, Michel es feliz con Marie-Claire. Hace 30 años que se aman. Sus hijos y sus nietos les miman. Tienen muy buenos amigos. Se enorgullecen de sus luchas políticas y sindicales. Sus conciencias son tan transparentes como sus miradas. Pero su felicidad se hará pedazos cuando dos hombres armados y enmascarados les agreden, les arrebatan los anillos de boda y huyen con las tarjetas de crédito.
REFERENCIA
Luego de competir por la Palma de Oro con su drama Marie-Jo y sus dos amores (Marie-Jo et ses deux amours, 2001) (*), el francés Robert Guédiguian realiza la fábula Mon père est ingénieur (2004), a la que le sigue Promeneur du Champ de Mars (2005), evocación discreta y desapasionada de los últimos días de la vida de François Mitterrand (que compitió en Berlin), antes de realizar Voyage en Arménie (2007) a la manera de búsqueda de sus orígenes. Después de regresar a Marsella para rodar el policial Lady Jane (2008), el director vuelve al cine histórico para recrear la red de resistentes inmigrantes comunistas liderada por Massik Manouchian, durante la ocupación, en su ambicioso L’armée du crime, presentado en Cannes en 2009. Activista incansable, regresa a la ciudad sureña dos años más tarde, concretamente al barrio de su infancia, L'Estaque, para rodar Las nieves del Kilimanjaro (Les beiges de Kilimanjaro, 2011), drama social en el que dirige a sus dos actores favoritos Ariane Ascaride y Jean-Pierre Darroussin. La cinta se presentó en la sección Una Cierta Mirada de Cannes y obtuvo la Espiga de Plata y el Premio del público en el Festival de Valladolid.
Las nieves del Kilimanjaro nada tiene que ver con la novela de Ernest Hemingway -ni por consiguiente con la adaptación al cine realizada en 1952 por Henry King- sino con los sueños obreros, truncados con la crisis actual; apela para ello al poema de Victor Hugo, “Les pauvres gens”. Parte de una pareja estable, con Ascaride y Darrousin de protagonistas, que percibe el fracaso del mundo sindical. El director explica cómo se interesó en darle forma al film a partir del poema de Victor Hugo: “En 2005, mientras redactaba un texto donde pedía el voto contra la Constitución Europea, para designar de forma algo general ‘las nuevas formas de la clase obrera’, me había referido a la gente pobre del poema de Victor Hugo. Entonces volví a leerlo. El final del poema, cuando el pobre pescador, al quedarse con los hijos de la vecina fallecida, dice: ‘Teníamos cinco hijos, ahora serán siete’, antes de descubrir que su mujer se le había adelantado trayéndoles a casa, es conmovedor. Semejante bondad es ejemplar. Además, está la concordancia, el gesto de amor de ambos personajes, el hombre y la mujer, iguales en su generosidad. Pensé que sería un magnífico final para una película. Solo quedaba encontrar una ruta contemporánea que llevara a ese punto”.
El director retorna así al cine de sus principios: “No se trataba de contar la historia de unos pescadores bretones en el siglo XIX, sino de hacer una película contemporánea rodada en Marsella, con Ariane Ascaride, Gérard Meylan y Jean-Pierre Darroussin. Al igual que en 1980 con Dernier été y en 1997 con Marius y Jeannette, me apeteció recapacitar. Volver al barrio donde nací, L‘Estaque, a ver a la gente pobre que vive allí. Regresar al sitio donde empecé a mirar el mundo para ver cómo es actualmente y quizá para sacar dos o tres cosas universales”.
Finalmente Guédiguian cree que “en mi opinión, una de las cosas más graves de la sociedad actual es el hecho de que ya no hay conciencia de clase. Ni siquiera se puede hablar de ‘clase obrera’, por eso utilizo la expresión ‘la gente pobre’. Pero no existe la conciencia de ser gente pobre. En Francia han desaparecido los grandes centros industriales de los años setenta y ochenta donde tres mil obreros salían de la fábrica a la vez. La conciencia de clase no solo era posible, se veía claramente: se materializaba en esos millares de hombres vestidos con mono azul. Era natural que estuvieran juntos, que tuvieran intereses comunes, aunque sus identidades fueran diferentes. No hay dos pueblos, uno autóctono, asalariado, sindicado, que vive en urbanizaciones, y otro en paro, inmigrante, delincuente, que vive en las afueras. La política y el cine pueden ayudar a desenmascarar esta impostura intelectual. Nada me hará cambiar nunca de opinión sobre este tema: es esencial”.
(Fuente: www.lahiguera.net)
(*) Película con información en la sección Archivo.
Guion: Robert Guédiguian y Jean-Louis Milesi; inspirado en el poema “La gente pobre”, de Victor Hugo
Fotografía: Pierre Milon
Montaje: Bernard Sasia
Director de Arte: Michel Vandestien
Intérpretes: Ariane Ascaride (Marie-Claire), Jean-Pierre Darroussin (Michel), Gérard Meylan (Raoul), Marilyne Canto (Denise), Grégoire Leprince-Ringuet (Christophe), Anaïs Demoustier (Flo), Adrien Jolivet (Cilles)
Distribución: Gran Cine