SINOPSIS
A sus trece años, Catalina empezó a asociar la prosperidad de las niñas de su barrio con el tamaño de sus tetas. Pues quienes las tenían pequeñas, como ella, tenían que resignarse a vivir en medio de las necesidades y a estudiar o trabajar de mesera en algún restaurante de la ciudad. En cambio, quienes las tenían grandes como Yessica o Paola, se paseaban orondas por la vida, en lujosas camionetas, vestidas con trajes costosos y efectuando compras suntuosas que terminaron haciéndola agonizar de envidia. Por eso se propuso, como única meta en su vida, conseguir, a como diera lugar y cometiendo todo tipo de errores, el dinero para mandarse a implantar un par de tetas de silicona, capaces de no caber en las manos abiertas de hombre alguno.
REFERENCIA

El periodista, escritor, guionista y realizador colombiano Gustavo Bolívar Moreno (Girardot, Cundinamarca, 1966) saltó a la fama con su libro “Sin tetas no hay paraíso” del cual ha vendido alrededor de 500 mil ejemplares en 30 países y ha sido traducido al italiano, al inglés y al alemán, entre otros idiomas; además de convertirse en la exitosa serie del Canal Caracol de Colombia que ha sido vendida a más de 20 países del resto del mundo, con sus posteriores secuelas para el público hispano de los Estados Unidos producida por Telemundo y para España por el Canal Telecinco. Posteriormente la versión cinematográfica es dirigida por él mismo y es su debut en el cine como realizador.

Bolívar ha escrito 8 libros y más de 1.600 guiones entre programas periodísticos, docudramas, series, novelas, documentales y guiones cinematográficos. Ha publicado los libros “El candidato” (1997), “El cacique y la reina” (1998), “Así se roban las elecciones en Colombia” (2002), “Sin tetas no hay paraíso” (2005), “El suicidiario del Monte Venir” (2007), “Código de ética para infieles” (2008) y “El capo” (2008). En teatro ha escrito y dirigido “Verdades que matan… De la risa” (2005) y es autor de “Los Monólogos del Pene” (2006).

Su primera novela, titulada “El precio del silencio” (2002) la escribió a los 13 años de edad y 20 años después la llevó a televisión con el canal RCN. Dentro de sus libretos para televisión se destacan la miniserie “El cacique y la reina” (1999), “Unidad investigativa” (1999-2001); “Galán, su vida, su lucha, su muerte” (1999), “Me amarás bajo la lluvia” (2004), “Pandillas, guerra y paz” (1999-2005), “Juego limpio” (2005), “Sin tetas no hay paraíso” (2006) para Caracol Televisión, “Infieles anónimos” (2007); “Sin senos no hay paraíso” (2008) y “Los Victorinos” (2009) para Telemando; “El capo” (2009) y Pandillas, guerra y paz II” (2009) de Fox-Telecolombia.

Ha sido nominado cinco veces a los premios India Catalina como Mejor Libretista del Festival de Cine y Televisión de Cartagena de Indias (Colombia), y en tres ocasiones, en la misma categoría, a los premios TV y Novelas (Colombia) ganando este último en dos ocasiones; en 2007, la serie “Sin tetas no hay paraíso” obtuvo siete estatuillas en el primero de ellos incluidas las de Mejor Serie y Mejor Libretista. En una votación entre los lectores del diario El Tiempo ocupó el segundo lugar entre los libretistas preferidos del año 2000 y con el patrocinio de la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) ha promovido nueve desarmes de pandillas en distintas ciudades del país llevando a la pantalla chica los pormenores de estos procesos de paz en calidad de mediador, programas que le valieron una postulación al Premio Nacional de Paz en el año 2002.

Sin tetas no hay Paraíso
Basada en una historia real, contada por su protagonista, una joven de Pereira, al autor Guatavo Bolívar Moreno, luego de ser publicada por las editoriales Oveja Negra y Quintero Editores, el canal Caracaol adquirió los derechos de la novela y con guiones del mismo Bolívar realizó una serie de televisión que batió todos los records de sintonía en Colombia, llegando a alcanzar una participación en televisores encendidos de 64 puntos en una de sus emisiones. La serie generó todo tipo de polémicas en todo el país, por su lenguaje descarnado y real y por haber desarrollado su trama en la ciudad de Pereira, una ciudad estigmatizada por el narcotráfico y la prostitución donde se produjeron algunas protestas contra el libro y contra la serie, encabezadas por el alcalde de la ciudad.

Después de este indiscutible éxito nacional e internacional, con versiones realizadas en México, España y Estados Unidos, y hasta una obra de teatro ha sido montada, Sin tetas no hay paraíso finalmente se convierte en película en 2010. Esto pues, según el director, las diferentes versiones para la televisión no ha sido de su gusto, decidiendo dirigir él mismo la película para mostrar el drama real de amor y corrupción de unas jóvenes que se prostituyen con los ‘narcos’ para tratar de tener una vida mejor y la realidad de un país en el que las niñas acceden a la cirugía a muy temprana edad: “No me han entusiasmado las adaptaciones que se han hecho hasta ahora. Se han ido a la parte ‘light’ dejando de lado el drama social que es el que más me interesa. Resulta escandaloso convertirse en prostituta de la mafia, pero no hay que olvidar que esas niñas no han nacido en Suecia”, puntualiza el director.

La película, que cuenta la misma historia que se vio en televisión (pero más rápida), tiene como aditivo imágenes que en la pantalla chica no se podían presentar, es decir las escenas en donde se muestran los senos de las mujeres, incluida la operación de Catalina; y otras tantas sexuales.

Para encontrar a la protagonista, se realizó un casting con 500 mujeres provenientes de diferentes ciudades colombianas como Cali, Pereira y Medellín. Finalmente se decidieron por la caleña Isabel Cristina Cadavid, quien según el diario El Tiempo tenía realmente intención de hacerse la operación para mejorar sus “tetas” en busca de su paraíso personal.

La polémica estuvo servida al ser Isabel Cristina Cadavid la primera actriz que se somete realmente a una operación de aumento de pecho con una cámara delante.

Con la dirección de fotografía del venezolano Alejandro García Wiedemann, la cinta esperó casi dos años para llegar a las salas cinematográficas, con un presupuesto de más de 3 millones de dólares convirtiéndose en la segunda película más cara de la cinematografía colombiana.