México.- El director mexicano Carlos Reygadas se pasó cuatro meses filmando su nueva película Luz silenciosa en un pueblito al norte de su país en el que no había energía eléctrica y ahora se siente recompensado pues es la única iberoamericana nominada en el Festival de Cine de Cannes. "La verdad es que es una gran suerte y un halago que pueda ir la película (a Cannes)", dijo a la AP en entrevista telefónica desde Holanda, donde trabaja en los últimos detalles de post producción. "Es muy importante para las películas que no se basan en las estrellas o que siguen el mercado de Hollywood, poder ir a Cannes. Me siento muy afortunado de que me hayan considerado", agregó. No obstante, Reygadas toma el asunto de las nominaciones con cautela, ya que a su juicio los premios pueden resultar "un regalo envenenado". "Algunos premios supongo que sí facilitan tu trabajo, pero también pueden ser un regalo envenenado porque luego la gente espera que hagas las cosas encerradas de cierto modo y eso puede ser peligroso para uno mismo. Lo mejor es hacer sólo lo que se siente", expresó. Esta es la tercera vez que Reygadas, de 35 años, participa en el evento cinematográfico de la Costa Azul de Francia, donde en el 2002 ganó la mención especial Cámara de Oro con su ópera prima Japón y en el 2005 compitió por la codiciada Palma de Oro con Batalla en el cielo. En esta edición, del 16 al 27 de mayo, el realizador competirá por el máximo honor del evento con una veintena de directores que incluyen a Quentin Tarantino, los hermanos Joel y Ethan Coen y Gus Van Sant, todos ganadores previos del trofeo. La presión que podría suponer medirse ante cineastas tan reconocidos y que ya han ganado premios en ese festival no es algo que pese sobre el mexicano. "La verdad, no tengo ninguna expectativa. Ni siquiera estoy nervioso", ni ansioso, aseguró. Dijo que sólo le gustan las competencias de fútbol y el resto le parecen "tontas" aunque reconoce que en Cannes existe "un respeto" diferente por los directores y sus creaciones. Luz silenciosa trata sobre un hombre "que sufre un conflicto ético y moral bastante fuerte" porque "está casado, ama mucho a su familia, a sus hijos y a su mujer pero le gusta otra mujer", explicó Reygadas. Además de que no había luz eléctrica, el equipo de producción de sólo once personas, tuvo que sortear las intensas lluvias, y esperar que el clima y la iluminación natural fueran las correctas. El largometraje se desarrolla en una comunidad menonita que en la vida real existe en el estado de Chihuahua, fronterizo con Texas, pero "no se trata de su forma de vida o de sus orígenes; simplemente se sitúa ahí". "Es una historia universal de un hombre sencillo", que no es autobiográfica, indicó. Reygadas dijo que los conflictos éticos son una constante en sus películas. Dijo que la mala distribución de películas que no son las hollywodenses es un fenómeno mundial y que más que quejarse, sus colegas deberían comenzar a trabajar para resolverlo. Obligar a las empresas de exhibición y distribución que compren películas mexicanas es una "solución de maquillaje" y que a la larga provocará que dejen de comprarlas. Recetó la subvención para las exhibidoras y productoras, la creación de pequeñas salas de segunda pasada para ir creando en la gente el gusto por otro tipo de cine, y fomentar la demanda.