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ULTIMAS NOTICIAS / Ambretta Marrosu / Martes 01 de Enero
Sagrado y obseno(Princesas)
Princesas (Fernando León de Aranoa, 2005) mantiene el patetismo que históricamente envuelve el personaje de la prostituta en la literatura y el cine. Incluso las figuras de la "triunfadora", maduras regentes de prostíbulos y malignas expltadoras de las jóvenes, ocultan en esas historias un pasado doloroso que las redime. Se expresa en ello una culpabilidad social similar a la que sostiene la defensa de otras marginalidades. Suponemos que en épocas remotas (y en algunas sociedades primitivas o retardatarias de nuestro presnte), cuando las mujeres de la familia constituían una propiedad a utilizar y resguardar. la institución de la prostitución femenina haya sido parte integrante de la organización social. Es sorprendente seguir descubriendo los signos y residuos de ese pasado, sin duda perverso, en la sociedad contemporánea. Pero lo que capta de ello León de Aranoa con sus Princesas es la exclusión, la polarización de la prostitución por un lado y la familia (y el amor tradicional) por otro. Ni la española Caye (Candela Peña) ni la dominicana Zulama (Micaela Narváez) han sido obligadas a ser prostitutas, ni la película nos cuenta el supuestoaccidente inicial, o la supuesta vocación, que las decidieron. Sí nos demuestra su condición como una exclusión, prácticamente definitiva a través de una narración pausada pero emocionalmente intensa, a menudo elíptica, pero jamás fragmentaria. La hsotilidad del mundo exterior se manifiesta por matices de actuaciones y ambientes. La representación de las violencias está reducida al mínimo resaltándose en cambio la atrocidad que entrañan por la misma capacidad de las víctimas de absorberlas. La amistad femenina surge en medio de mezquindades e incluso se nutre de pequeñeces para triunfar con una generosidad profundamente ajena a la retribución y el agradecimiento. Y, finalmente, la simplicidad y la sinceridad del relato nos revela el patetismo, sí, de la soledad humana.
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