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TAL CUAL / Héctor Concari / Martes 01 de Enero
Penélope Forever
Penélope Forever
Columna Día de Cine
Es un film pensado, escrito y dirigido para una actriz y una sola: Penélope Cruz como Raimunda, una hastiada ama de casa, con un marido alcohólico y fracasado, que debe volver a su natal La Mancha para visitar a su tía enferma. Las escenas iniciales de Raimunda y su hermana limpiando tumbas familiares, apenas si nos previenen contra el aire de tedio inicial de esta historia que aparece como demasiado cotidiana antes de desbarrancarse por el melodrama más desorbitado. Porque nada es nunca lo que parece en los filmes de Almodóvar y esa audacia que lo lleva a coquetear con lo más escabroso del alma humana tiene una contraparte lógica en la libertad con la que aborda el relato Un filme de Almodóvar siempre es una trampa en la anécdota, un giro siniestro en un camino que aparecía inicialmente recto y seguro.En este caso son los fantasmas del pasado porque ese cocqueteo con la muerte inicial es la tónica de toda la película, y la vida, apenas tolerable de Raimunda se vuelve un laberinto en el que nada aparece como lo que es. No es un filme fácil, porque de un tiempo a esta parte Almodóvar elige jugar con los planos del tiempo o de la narración como con muñecas rusas, una de las cuales contiene a la otra. El pasado es sin duda, un territorio cenagoso, en el que los personajes del director se hunden siempre sin lograr salir a flote Todo rota siempre en torno a la infancia, porque los espectros que crean las historias fueron soltados en esa época igenua e inicial. De alguna forma Almodóvar, como todo gran director, siempre filma la misma película. Sus personajes están en un permanente viaje de regreso, extravían el camino y se pierden en infinitos planos posibles que no son más que la multitud posible de relecturas del pasado. Por eso en su simpleza Volver, ese título que refiere a la también esencial melancolía del tango, contiene en sí mismo una traición. El territorio al que vuelve Raimunda no es, no puede ser el de su infancia, porque el acto mismo del retorno implica un personaje nuevo, distinto del que emprendió el camino de ida. Esa tristeza inicial, producto de no poder jamás recuperar lo perdido, habita toda la película bañándola con la violencia de la vida cotidiana. Porque, huelga decirlo, Volver es un melodrama y un melodrama (especialmente cuando es bueno) es una fundamental exacerbación de los sentimientos y un atentado contra la verosimilitud, en el que el pudor es la primera víctima. Y esta es, a fin de cuentas, la única regla que Almodóvar respeta. Su filme es un reto al sentido común, una permanente dinamita del buen gusto y un ataque a toda conformidad con lo real.Y por supuesto, en el centro de todo está la belleza inquietante, profunda, irregular y despiadada de Penélope Cruz, suficiente pretexto -si todo lo anterior no fuera necesario- para disfrutar de esta obra maestra.-------------------------------------VOLVER A LAS FUENTESUn disfrute especial para el cinéfilo es considerar Volver como un permanente retorno a las fuentes, a los maestros y a las obras clásicas de las cuales todo el cine de Almodóvar es una permanente cita. En la base, claro, está Vértigo, esa "summa" cinematográfica en la que el maestro Alfred Hitchcock enlazaba una sublime hsitoria de amor, con una intriga policial que servía de pretexto a fin de cuentas para las obsesiones del director: las rubias, el fetichismo, el efecto pigmalión que buscaba en sus actrices jóvenes y la imposible búsqueda del amor. Todo se articulaba con base en la sustitución de un cadáver por otro en una historia trágica de la que este melodrama es un eco lejano. Porque en el fondo, parece decir Almodóvar, todo el buen cine ya fue hecho y sólo cabe repetirlo, re-expresarlo, revisitarlo y volver a él una vez más como si uno pudiera volver a su pasado.