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EL NACIONAL / Gonzalo Jiménez / Martes 01 de Enero
CINERAMA
Columna de Cine
Es triste que Old Boy, quizás la película más importante hoy en la cartelera venezolana, luche desesperadamente por sobrevivir una semana más en la única sala que por ahora la exhibe. Pero también es completamente lógico, pues Oldboy revela también una crueldad y una locura que justifica cualquier incomprensión y rechazo. Es como un lienzo de Francis Bacon o una fotografía de Diane Arbus: sus imágenes nos perturban pero, a la vez, no podemos alejar los ojos de ellasGanadora del Premio de la Crítica de Cannes, Oldboy (2003) forma parte de la celebrada trilogía sobre la venganza del guionista y director coriano Chan-wook Park. En comparación con los otros filmes de la trilogía -Sympathy for Mr. Vengeance (2002) y Sympathy for Lady Vengeance (2005)-, es la más acabada, la más coherente, la verdaderamente llamada a convertirse en un clásico del cine. Una explicación puede ser que en esta oportunidad Park trabajó con un esquema narrativo sólido y muy bien estructurado, pues Oldboy está basado en una historieta japonesa o manga de Nobuaki MinegishiMientras Mr. Vengeance cae en ciertas incoherencias y Lady Vengeance sucumbe al melodrama, Oldboy va directo a la yugular del espectador, con un ritmo frenético que sorprende al espectador con cada nueva revelación. Entiéndase, al principio del film parece un argumento de Kafka: Dae-su Oh (Min-sik Choi) ha estado preso 15 años en una habitación, sin saber jamás quién es su carcelero ni por qué está encerrado. Un día es liberado y se le informa que sólo dispone de cinco días para descubrir quién fue el autor de su encarcelamiento. La situación parece absurda y presenta ecos de El conde de Montecristo, pero cuando el espectador menos lo espera, Oldboy se transforma en un estudio sobre la culpa y la futilidad de la venganza.En toda la trilogía, Park se vale de la vulnerabilidad de los hijos pequeños -las figuras más indefensas y por las que un padre justificaría cualquier acto de violencia- para explorar los límites de la crueldad adultay, de paso, los niveles de tolerancia del espectador. En la trilogía, los mayores ven sufrir a sus hijos pero, una vez que han saciado su sed de venganza, no hay liberación o catarsis. La venganza no produjo otra cosa que vacío y sufrimiento.Dueño de un estilo visual parecido al del director vasco Julio Medem, Chan-wook Park es quizás uno de los realizadores con mayor inventiva visual para contar una historia en el cine. Oldboy está plagada de escenas memorables, como la ocasión en que Dae-su engulle un pulpo vivo en un restaurante; pero lo que constituye un verdadero tour-de-force es el plano-secuencia en el que la cámara sigue, sin interrupciones, a Dae-su por un pasillo, mientras enfrenta a no menos de 20 tipos armados con palos y cuchillos.Oldboy no es una película para estómagos débiles o almas impresionables, pues contiene escenas de tortura y visos de crueldad que dejan cierto desasosiego."Hay que tragar grueso", dicen. Pero algo redime a Oldboy y es que su director es genuino y coherente con las historias que filma. La crueldad y la angustia pueden transformarse en arte cuando son abordadas por el ojo de un poeta, como es el caso de Chan-wook Park.
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