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EL UNIVERSAL / Robert Gómez / Martes 01 de Enero
El ojo italiano
Columna: 35mm
Hay un nuevo Festival de Cine Italiano en puertas. Esta vez, la selección resulta mucho más atractiva. Hay de todo un poco, pero por sobre todo, hay gente que sabe hacer cine. Desde grandes maestros como Ettore Scola, Pupi Avati, Marco Tulio Giordana y Marco Bellocchio, hasta estelares profundos como Gabriele Salvatores (Oscar por Mediterráneo), Ferzan Ozpetek y Emanuele Crialese. No son todos, hay más pero acá se resume gran parte de las fortalezas de esta edición.De Scola los organizadores traen un film de 2001: La cena. Una variación del sensible cine de este realizador (Un día particular, Nos amamos tanto) que ya hizo algo similar con La terraza y La familia. Historias cruzadas de un solo espacio, esta vez en un restaurant regentado por Fanny Ardant adonde acuden por diversas razones, amén de la comida, Vittorio Gassman (en uno de sus últimos trabajos), Marie Gillain y Stefania Sandrelli (el elenco es más amplio) para pintar su propia vida en un espacio contenido de tiempo, tan corto o largo, como el tiempo de una cena.El longevo Pupi Avati hace una cinta sin artificio, purísimo cine italiano; un castísimo melodrama con una hermosa Vanessa Incontrada haciendo sufrir al pobre Neri Marcoré, profesor de latín con destino de sastre papal. En El otro lado del amor (Il cuore altrove, 2003), Avati recupera un tiempo y un modo cinematográfico perdido, bastante íntimo, aunque al final no sea ésta su gran película.Algo similar realiza Roberto Andò con El manuscrito del príncipe (2001), film que llegó a competir en su momento en el Festival de Cine de Mar del Plata. Pieza exquisita sobre el príncipe de Lampedusa, autor de El Gatopardo y su realción estrictamente literaria con dos jóvenes soñadores.Tras El hada ignorante, Ferzan Ozpetek (El baño turco) se recuperó con La ventana de enfrente (2004); un film multipremiado en su país y que ratificó a Giovanna Mezzogiorno como una de las actrices más importantes del cine italiano. Aun así, la mirada resulta un tanto irregular, pero sugerente. Mezzogiorno convive en el film con un anciano amnésico (Massimo Girotti) que su marido ha encontrado en la calle y que ella se empeña en descubrir, mientras desde su ventana observa con detenimiento a un vecino que le ofrece la posibilidad de un mundo nuevo. Ozpetek demuestra una vez más la calidad de sus ideas.Respiro (2002), el segundo largo de Emanuele Crialese es de una sutileza narrativa extraordinaria, por no hablar del magnífico trabajo de Varleria Golino (Rain Man); esta vez una mujer enloquecida por la poca atención que le profesa su marido. Sin duda La mejor juventud de Marco Tulio Giordana es, con diferencia, una de las mejores piezas de la muestra. Fresco de seis horas -por lo general dividido en dos partes, ¿estarán las dos en esta edición?- sobre la historia de una familia, de dos hermanos enfrentados por un hecho y una mujer común. Nicola (Luigi Lo Cascio), un psiquiatra, y Matteo (Alessio Bonti), un policía. La historia arranca en los años 60 y se extiende hasta la década de los 80, durante el mundial de fútbol (la primera parte). Colérica, violenta, sugerente, contradictoria, dramática, maravillosa.Cierra la espléndida Buenos días, noche (2003) de Marco Bellocchio, retrato de la violencia y el terrorismo a través del secuestro de Aldo Moro. Mientras Gabriele Salvatores se luce una vez más con su relato EL secreto (2003) sobre otro secuestro, esta vez el de un niño que otro niño descubre.
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