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/ Luis Sedgwick Báez / Martes 01 de Enero
De los festivales y su relevancia...
Ofrecemos este texto solicitado a Luis Sedgwick Báez, escritor, crítico de cine y colaborador de varias importantes publicaciones culturales, quien nos ofrece un pequeño pero conciso panorama de dos festivales de cine de larga tradición: Montreal y Toronto.Se me achaca a menudo el porqué algunas veces no asisto a las proyecciones esgrimiendo la peregrina idea –tal vez un clisé- que ya ví el film (en dvd o en los festivales). En estos festivales internacionales descarto los films comerciales que sin duda llegarán algún día a Venezuela, enfocando mi tiempo, en cambio, en films de corte independiente o en aquellos que posiblemente nunca nos visiten. Para hacer el cuento corto, en los festivales uno se actualiza de lo que pasa en el ámbito cinematográfico internacional trayendo sugerencias, aportes y reflexiones sobre ciertos films que se pretendan mostrar al país.
Toronto, en su 30avo. aniversario fue óbice de grandes films, entre ellos:
a) El niño (L'enfant, Bélgica) de los hermanos Dardenne y que se llevó una merecida Palma de Oro en Cannes, sobre la vida disfuncional de jóvenes que viven al día sin contemplación moral;
b) Historia de la violencia (A History of Violence, Canadá), de David Cronenberg, análisis psicológico sobre la raíz del mal que engendra la violencia, magistralmente dirigida y actuada acorde (Viggo Morgenstern, Maria Bello, Ed Harris, William Hurt).
c) Tres tiempos (Zui hao de shi guang, Taiwán) de Hou Hsiao-hsien, tres capítulos sobre el amor y sus encuentros y desencuentros teniendo como trasfondo la historia del país. Casi minimalista, de escaso diálogo, las tramas deben de ser captadas a través de los gestos, miradas y la atmósfera que los rodea. Con una extraordinaria dirección de arte.
d) Obaba (España) de Montxo Armendáriz, sobre un pueblo imaginario cuyos habitantes sufren de la incomprensión social y cultural y un alegato contra las minorías: una metáfora sobre nuestro tiempo.
e) La. Sra. Henderson presenta (Mrs Henderson Presents, Gran Bretaña) de Stephen Frears, con Dame Judy Dench (en la mejor actuación femenina de este año) como la matrona, millonaria y excéntrica que compra un dilapidado teatro londinense, gerenciado por Bob Hoskins.
f) Las montañas de Brokeback (Brokeback Mountain, EEUU) de Ang Lee, ganador del León de Oro en Venecia que apunta sobre dos cowboys gays y donde el tema de la homosexualidad está tratado con gran sobriedad y objetividad.
g) Agua (Water, Canadá) de Deepa Metha, un estudio de las mujeres que enviudan a edad joven y son enviadas a los ashrams donde viven vidas marginadas por la sociedad y en estado de limosna dentro del periodo de ascensión de Gandhi al poder y que aboga por la abolición de esta práctica (que aún sigue) imbuida por siglos de tradición y religión. Visualmente poética.
h) Caídos (Alemania) de Fred Kellerman, sobre seres que se inmiscuyen en la vida de los otros y sus consecuencias, de atmósfera gris y claustrofóbica;
i) La muerte del Sr. Lazarescu (Moartea domnului Lazarescu, Rumania) de Cristi Puiu, sobre los vericuetos burocráticos (casi un documental) que debe sufrir un enfermo de gravedad, hasta sus consecuencias finales.
j) Sin dirección a casa: Bob Dylan (No Direction Home: Bob Dylan, EEUU) de Martin Scorsese. 200 minutos que abarcan la vida y música desde 1961 a 1966 de este ícono que influenció, de manera visceral y trascendente, la historia de la música americana.
En Montreal presencié dos films argentinos de calidad: El viento de Eduardo Mignona con Federico Luppi (en una de las grandes actuaciones de este año,), sobre un abuelo que visita a su nieta en la capital y donde se desempolvan heridas ocultas, y Tatuado, de Eduardo Raspo, de tema similar, un joven que desea conocer el pasado de su madre que abandonó a la familia. Ambas películas sin melodramatismos exarcerbados ni planteamientos morales. En la retrospectiva que hicieron a Michel Deville, éste presentó Un fil à la patte (Francia) una farsa elegante, hiperkinética basada en la obra de Feydeau, con Emannuèlle Béart y Charles Berling.
¿Decepciones? Varias, en festivales de esta magnitud y de directores de talla: Manderlay (Dinamarca) de Lars von Trier, ni la sombra de su anterior Dogville (¿qué le pasa a Von Trier?); Querida Wendy (Dear Wendy, Dinamarca) de Thomas Vinterberg, otro del Dogma 95, aquél de la maravillosa Celebración, esta vez con una sátira sobre los poseedores de armas: un viaje surrealista mal enfocado; 3 agujas (3 Needles, Canada) de Tom Fitzgerald, o la epidemia del Sida en Africa, parecía más bien un documental de National Geographic por las imágenes espectaculares pero de trama endeble; Gabrielle (Francia) de Patrice Chéreau o las infidelidades en la grande burguesía de comienzos de 1900, con Isabelle Hupert, teatral y aburrido; Takeshis' (Japon) de Takeshi Kitano, un culto a su ego y una violencia destemplada (¿qué le pasa a Kitano?).Por el contrario, Shirley McLaine está muy bien En sus zapatos (In Her Shoes) de Curtis Hanson, así como Jeff Daniels en La ballena y el calamar (The Squid and the Whale) de Noah Baumbach.
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